15 febrero, 2016

Después de pensarlo tanto...

Después de pensarlo tanto, lo estamos llevando a la práctica. El taller montaje comienza por un proceso sensible, se hace con las manos.
Fotos: Jael Irene Palacios Villanueva
A nuestro taller se suman pasiones, el reto iniciático y profesional de Jessica Palacios. A este equipo hay algo que nos une: Estamos haciendo arte. En los próximos días vienen nuevas noticias de la pieza que estamos montando: mucho trabajo nos falta y mucho entusiasmo llevamos.



Cuando el tiempo comienza a estirar la cuerda y uno siente tensión, extravío, algo de bosque, y observamos que los títeres ya quieren comenzar otra vez, y hay alborozo en el taller, salen los nombres de Titania y Oberón entre las voces que uno escucha en esta tormenta de cabezas. Entonces comenzamos a entender que cuando hacemos una obra de títeres alguien probablemente conduce nuestros hilos. Ya llegaron las hadas del taller montaje que nos encomendó Fundarte: aparecieron fotos, trajes, pantalones con las hermanas Palacios, vestidos fuimos a buscar con Mitchel Magdaleno; David Morales Mijares ya puso su mano escultora; Gabriel González hizo una maestría en papel maché con Roberto Yusti; Erika Alejandra Gutierrez Lucena, aplicó la mecánica dental; Silder Briceño pasó a recordarnos que contábamos con él, a Sonia Gonzalez fuimos a pedirle su sabio consejo; Xiomara Suárez encendió la máquina del vestuario y Daniel García fue a pasar una noche de enamorado con nuestras prostitutas; Flor y Noelia Rojas, zurcen hilos invisibles; ayer pasó el músico Juan Carlos Aleixandre; hoy viene Semíramis, la escenógrafa y Edgar Guerrero, el pintor; Omar Cruz, el caricaturista, renueva su labor el sábado. Douglas Suniaga, Irvin Coa, Augusto Cubillan Palma, Antonella Mijares, Keila Núñez, Mafer Mendoza y Cristian Saavedra estudian el libreto...









Ya aprenden a decir, ya estudian su papel, ya encontraron sus vestuarios. Falta una que otra camisa y esperar por las costureras. Y los zapatos que van de talla 37 a 47. Ya se sienten en tipo, pero todavía queda mucho trabajo por delante para la muestra...
El diablo está en los detalles: ¿qué falta? Que el títere, que la experiencia, convenza al manipulador de que es él el protagonista: que su espacio debe estar iluminado por la mirada del espectador, que es mayor la calidad cuando su gesto, su acción, hace desaparecer a quien crea su vida. Comprender que el diálogo para el actor, su parlamento, debe trocarse por economía del lenguaje: la acción debe explicitar lo que antes tocaba a las palabras. Que la dramaturgia del texto cede oportunidad a la dramaturgia del movimiento. ¿Qué falta?