TITERES TUQUEQUE (Caracas, Venezuela)

TÍTERES TUQUEQUE resume sus ingredientes en inteligencia, ingenio, juego, respeto, reflexión, diversión, color, música y mucho amor. Es lo que esperamos traducir en nuestras obras. CONTACTOS: 04265183917, 04165284399, 02126329376, teatrodetiterestuqueque@gmail.com / Títeres Tuqueque (Facebook) / @titerestuqueque (Twitter)

15 abril, 2020

El león que anduvo por las calles de Caracas

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04 abril, 2020

Ejercicios desde casa

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Unima Venezuela acaba de publicar una nota que descubre la primera referencia del teatro de títeres en nuestro país: “Gobernación y Capitanía General. T. XI. Guanare. 12 de enero de 1771. F. 272 SS. " (...) 6º que de ningún modo se hagan juegos de títeres, ni pruebas con título de destreza de parte de noche en parte alguna y sólo se permitan de día en lugar poblado con tal que hayan de concluirse media hora antes de anochecer (...)".

[...] los maestros que están dentro, detrás de un repostero y del castillo que tienen de madera, están silbando con unos pitos, que parece hablar las mismas figuras, y el intérprete que está acá fuera declara lo que quieren decir, porque el pito suena ti ti y se llaman títeres. Corominas


El público difícil es el que está pensando en otras cosas durante la función y no siempre logras sacarlo de su mundo. Slava Polunin


Siempre me asombra que después de un año sin visitar un país, te reciba un público totalmente nuevo, que le encuentra nuevo sentido a lo que haces. Es asombroso, hago espectáculos que el público ha creado. Es decir, yo solamente me ocupo de la mitad de la representación. Dejando la otra mitad para el público. La gente viene a ver mis obras y las terminamos juntos, por eso mis presentaciones son siempre actuales. Y así me da la impresión de que cada generación tiene una visión diferente sobre las mismas cosas. Slava Polunin, payaso ruso

“…El hombre está solo en el parque. Sin pensar: extraviado. Por dentro lleva suelta la fantasía del atardecer…” | SalvadorGarmendia


Nunca hay que imponerse al títere, sino saber buscar con él la vida que contiene. Carlos Converso, Entrenamiento del titiritero

Evito caer en tintes didácticos y aburridos, por lo que busco el punto medio entre la información y las emociones. Amaranta Leyva, titiritera, premio nacional de literatura de México

Nuestro corazón está prestado a otros personajes, murmuramos un sueño y nuestros labios no son responsables. Somos bellos o nobles según la circunstancia. Nos asalta un delirio azaroso y caemos en los escenarios bajo una voluntad extraña. Ramón Palomares, «Máscaras»

El títere mide al titiritero. Lo condiciona mucho más que el personaje al actor. De allí es donde nace el pánico escénico. El títere no es el hijo del titiritero, es el padre del titiritero. En ese margen hay una independencia total del muñeco por más exquisita que sea la manipulación. Gabriel Castilla, El pensamiento del títere

…caracteres sin carácter. Títeres. Criaturas sin rostro. O quizás, mejor aún, marcos vacíos, que los actores pueden llenar con sus propios rostros, sus formas, su carne, su sangre. Ionesco, sobre «La cantante calva».

Ay, Wilhelmine, nos creemos libres y el azar omnipotente nos lleva de mil hilos sutilísimos. Heinrich von Kleist, Narraciones

Todos los niños hablan a sus juguetes; sus juguetes se convierten en actores en el gran drama de la vida, reducido por la cámara oscura de su pequeño cerebro. Los niños demuestran con sus juegos su gran capacidad de abstracción y su elevada potencia imaginativa. Juegan sin juguetes. (...)

El eterno drama de la diligencia jugado con sillas: la diligencia-silla, los caballos-sillas, los viajeros-sillas; ¡lo único vivo es el postillón! El tiro permanece inmóvil, y sin embargo devora con ardiente rapidez espacios ficticios. ¡Qué simplicidad de puesta en escena! ¿No es para hacer ruborizarse de su impotente imaginación a ese público hastiado de que exige a los teatros una perfección física y mecánica y no concibe que las piezas de Shakespeare sigan siendo bellas con un aparato de una bárbara simplicidad?

¡Y los niños que juegan a la guerra! No en las Tullerías con verdaderos fusiles y verdaderos sables; hablo del niño solitario, que gobierna y lleva por sí solo al combate dos ejércitos. Los soldados pueden ser tapones, dominós, peones, tabas; las fortificaciones serán tablas, libros, etc.; los proyectiles, canicas o cualquier otra cosa; habrá muertos, tratados de paz, rehenes, prisioneros e impuestos (...)

Esta facilidad para contentar su imaginación testimonia la espiritualidad de la infancia en sus concepciones artísticas. El juguete es la primera iniciación del niño en el arte, o más bien su primera realización y, llegada la madurez, las realizaciones perfeccionadas no darán a su espíritu el mismo entusiasmo ni la misma creencia. (...)

Creo que generalmente los niños actúan sobre sus juguetes; en otros términos, que su elección está dirigida por disposiciones y deseos, vagos, es cierto, no formulados, pero muy reales. Sin embargo, no afirmaría que no suceda lo contrario, es decir, que los juguetes actúen sobre el niño, especialmente en los casos de predestinación literaria o artística. No sería sorprendente que un niño de esta clase, a quien sus padres regalaran principalmente teatros, para que pudiera continuar sólo el placer del espectáculo y de las marionetas, se acostumbrara ya a considerar el teatro como la forma más deliciosa de lo bello. Baudelaire, «La moral del juguete»

La infancia es el solo país, como una lluvia primera /de la que nunca enteramente nos secamos. Juan José Saer: tomado del blog http://losniniosdejapon.blogspot.com

La felicidad existe, yo creo en ella. Louis Aragón


Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso. Borges


Los niños son la esperanza del mundo. Martí

Lo difícil es llegar a ser un niño. Picasso

Ésta es tu casa.
Puedes poner aquí tus cosas.
Coloca los muebles a tu gusto.
Pide lo que necesites.
Ahí está la llave.
Quédate con nosotros
.
Brecht


El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace. Tolstoi


Las manos del sueño traen un sueño de la mano. Serrat


El guiñol es la expresión de la fantasía del pueblo y da el cli­ma de su gracia y de su inocencia. Federico García Lorca


El títere nació el primer día en que el hombre vio su sombra y se dio cuenta de que su sombra era él y no era él. (Javier Villafañe, Compañía de Títeres La Andariega).


...hay que admitir que el teatro de títeres se ha convertido en un nuevo tipo de teatro. Ya no es un verdadero teatro de títeres, sino un teatro que sólo se sirve de los títeres cuando no puede recurrir a otros medios. Sería fácil extraer la conclusión de que el concepto «teatro de títeres» era un concepto «suplente», metafórico a decir verdad. En realidad el teatro de títeres es un teatro imposible. Los títeres no pueden comportarse como actores. Sólo los actores pueden hacer que los títeres los reemplacen. (…) Los títeres-objeto sólo pueden vivir gracias a la energía que les presta el hombre. Fin de la mitificación: no existe el teatro de títeres, sólo el teatro creado por el hombre. Henryk Jurkowski, en «Vacas gordas; vacas flacas»


La verdadera comedia, proscrita por todos los gobiernos en el siglo XIX, se refugia en los títeres. (...) La risa se ha refugiado en los títeres, que interpretan obras poco menos que improvisadas. (Stendhal: Voyages en Italie)

El Soberano dueño del Universo no tiene necesidad de numerosos ministros, ni de resortes para dirigir todas las partes de su inmenso imperio. Le basta un acto de su voluntad: de la misma manera, esos que manejan los títeres no tienen más que tirar de un hilo, para poner en movimiento la cabeza o la mano de esos pequeños seres, después sus hombros, sus ojos, y algunas veces todas las partes de su persona, que obedecen pronto con gracia y medida. Aristóteles

Punch es único; llena toda la escena. La narizota y sus sátiras cínicas. Nada interesa cuando desaparece detrás del telón, más si llega mostrando su giba y la nariz de pico de loro, la hilaridad es tan grande que el público se contorsiona detrás de las butacas. Es fanfarrón, parlanchín y agudo. Donde aparece se pierde el hastío. Jonathan Swift

...ciertas figurillas que suelen traer extranjeros en unos retablos, que mostrando tan solamente el cuerpo de ellos, los gobiernan como si ellos mismos se moviesen, y los maestros que están dentro, detrás de un repostero y del castillo que tienen de madera, están silbando con unos pitos, que parece hablar las mismas figuras; y el intérprete que está acá fuera declara lo que quieren decir, y porque pito suena ti ti, se llaman títeres. Sebastián de Covarrubias: Tesoro de la lengua castellana o española, 1611.


El teatro de títeres tiene la particularidad de que es el único representante del hombre en la escena. Evoca la vida como cosa fundamental; es una imagen poética de la existencia y en ese sentido tiene ésta gran característica y efecto sobre el público, porque justamente le enrostra al ser humano, las virtudes y miserias de la existencia, su existencia. Es el único capaz de enunciar con fuerza los antivalores reinantes, porque si hay algo importante dentro de esta forma teatral es que es una disciplina que está orientada fundamentalmente al tema de la humanización de la humanidad. (Carlos Tovar, Títeres Kinimarí)

Los títeres, los cuentos y los niños nacieron el mismo día. Son hermanos. Usan las mismas metáforas y se visten con ellas, confundiendo muchas veces a quienes los ven, por eso los mayores los llaman seres de la Edad de Oro. Algunos no saben aún que los títeres, los cuentos y los niños son portadores de alegría, amor, imaginación y esperanza. Carlos Aguirre, agrupación Chímpete Chámpata

A donde no llega el maestro, llega el títere. Popular

El títere es poesía. Si uno no sabe, o no ha podido ser poeta, el títere te arrima. Es poesía en movimiento, y uno puede soñarse a sí mismo con ser poeta. Daniel Spinelli, Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín (Argentina), tomado de Página 12

Mi marioneta cobra vida, no por mi maestría como manipulador, sino porque es hija de la poesía y de ella ha heredado ese brillo especial que tiene su mirada, tierna y feroz a la vez. José Luis García, Titerenet

Creo, en un sentido amplio, que detrás de un títere debe haber un actor; es decir, alguien que conozca y/o domine cuestiones de expresión corporal, de gestualidad, de expresión vocal, de ritmo, etc. Esto es, un titiritero es en buena medida un actor. Ahora bien, no necesariamente para ser un buen titiritero tienes que estudiar actuación, existen excelentes titiriteros que nunca han pasado por una escuela de teatro, pero tienen el talento y la intuición necesaria para salvar esa ausencia formativa, y son pocos. Carlos Converso

Nuestra propuesta es que la gente termine de imaginar o crear lo que nosotros apenas sugerimos. Paco Paricio, guionista y director de Titiriteros de Binéfar (España)

En primer lugar, hay que aprender a accionar los brazos de los títeres, que son articulados. A continuación, es necesario aprender los diálogos y las distintas voces, que se basan en ciertas convenciones. Como en la ópera china, existen arquetipos: sirvienta, monje, letrado, demonio, taoísta, recién casada, mono, que poseen su propio lenguaje, su timbre de voz, su tesitura. Hay que saber definir cada personaje, darle el color que corresponde. Después viene el aprendizaje de la música... Huang Hai-Tai, Taiwán (en entrevista por Isabelle Leymarie, El correo de la Unesco, enero 1996)

Cinco aspectos imprescindibles de los títeres
El amor. Sin amor no se puede hacer nada, es lo primero.
Entrega; darse enteramente a la profesión, en esto no hay descanso. No me arrepiento de haber dedicado muchas vacaciones de mi vida a seguir trabajando.
Austeridad; ser exigente con uno mismo es también parte de la austeridad. La entrega, darse totalmente en la actuación.
La autenticidad. Como titiritero tengo primero que ser yo, y después vienen los personajes, el estudio de caracteres ajenos. Pero el primer viaje debe ser hacia uno mismo, hacia las esencias del ser eres
. Pedro Valdés Piña, director del teatro de Muñecos Okantomí, tomado de La Jiribilla, 16 al 22 de julio de 2011

Para que pueda ser, he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia. Octavio Paz

Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. Woody Allen

A los títeres se les pide que no parezcan hombres y sigan siendo, llana y sencillamente, títeres. Podremos tomar en serio su historia; pero a ellos, no. (...) la obediencia no les cuesta ningún dolor. El secreto está, sin duda, más que en su psicología, en su fisiología. Ramón Valle Inclán

...las personas mayores creen que, en un medio totalmente convencional como es el teatro, un actor de carne y hueso tiene más realidad que un títere; y, sin duda alguna, la tiene (como) señor particular, pero tiene mucha menos de personaje. Julio Camba

Era un atardecer de otoño. Yo tenía veintidós o veintitrés años y estaba con un amigo mirando por la ventana. De pronto, vimos pasar un carro. Un hombre a las riendas y otro tumbado sobre la carga de heno, fumando. Aquello nos impactó y pensamos que podíamos hacer lo mismo. ¿Por qué vivir en una ciudad y estudiar una carrera si podemos hacer eso toda la vida? Nos turnamos, uno lleva las riendas y el otro va detrás, mirando el cielo y fumando. El carro quebró la esquina para siempre. Seguimos hablando hasta que amaneció y fuimos hasta a un lugar donde vendían carros. Compramos La Andariega. Yo vendí todo lo que tenía —muebles, libros— y desde entonces he vivido pasando la gorra.

Luego tuvimos una canoa y bajábamos con los títeres por los ríos Uruguay y Paraguay. Gané un premio de poesía y compré un coche y un tráiler. Pero me duró poco tiempo, porque era mucho más hermosa la carreta. En el auto éramos una especie de turistas que íbamos a comer a casa de los dueños; en la carreta íbamos a comer a casa de los peones y de ellos he recibido muchas cosas, todas las historia que me sirven de base para mis representaciones con títeres. Javier Villafañe

Que vuestro trabajo sea convincente y original. Que sea profundo, conmovedor, reflexivo y único. Que nos ayude a reflejar la cuestión de lo que significa ser humano y que dicho reflejo sea guiado por el corazón, la sinceridad, el candor y la gracia. Que superéis la adversidad, la censura, la pobreza y el nihilismo, algo a lo que, ciertamente, muchos de vosotros estaréis obligados a afrontar. Que seáis bendecidos con el talento y el rigor necesarios para enseñarnos cómo late el corazón humano en toda su complejidad, así como con la humildad y curiosidad necesaria para hacer de ello la obra de vuestra vida. Y que sea lo mejor de vosotros —ya que será lo mejor de vosotros, y aún así, se dará sólo en los momentos más singulares y breves— lo que consiga enmarcar esa que es la pregunta más básica: «¿Cómo vivimos?»¡Buena suerte! John Malkovic

El títere es una emoción, es un sentimiento directo, una metáfora, una imagen que comunica, el títere es un agitador, no un agitado. Martha Grahan

El teatro que hacemos es cultura y, siempre que una persona le cuente una historia a otra, habrá función. Creo que es importante que los niños vivan a través de los muñecos todas las pasiones humanas, desde el llanto a la risa, porque al final detrás del muñeco está el actor. Grupo Arbolé

Me interesa todo tipo de arte pero no aquel que sirve exclusivamente para colgarlo en una pared sino más bien aquel que cumpla una función transformadora de la sociedad. Luis Luksic

Cuando era niño recuerdo que mi madre no podía arrancarme de la representación titiritesca de Punch y Judy en los Jardines de Luxemburgo. Hubiera ido todos los días, y lo hacía muy frecuentemente; podía quedarme durante horas con la boca abierta, como hechizado. Pero no me reía. Ese espectáculo de Punch y Judy solamente conseguía dejarme atónito ante el escenario, escuchando cómo hablaban los títeres, cómo se movían, cómo se peleaban. Era la imagen del mundo que tenía ante mis ojos, extraña e improbable, pero verdadera, muy verdadera, en la forma profundamente simplificada de la caricatura, como si los titiriteros se hubieran propuesto poner énfasis en la naturaleza grotesca y brutal de la verdad. Ionesco

La madurez del hombre es volver a encontrar lo serio de cuando se era niño. F. Nietzche

No sólo matan las pistolas una carta mató al que deseó leerla los que encontraron siquiera descubrir por qué había muerto pero también al leerla cayeron sin vida igual cosa acontecía con los que le daban una larga mirada aunque sea de lejos y así murió toda la policía muchísimos periodistas gentes de la televisión se ha querido saber qué contenido terrible era el que tenía esa carta la cuestión es que era sumamente sencillo el problema era que la carta aquella no tenía ni una coma ni un punto entonces se morían las gentes sin respirar. «La carta» de Luis Luksic, pintor, titiritero venezolanoboliviano

Marcelo Campos: Sí, libros; los hermosos libros; llenos de ideas. ¡Los libros que leía hasta el alba a la luz del farol de la Escuela hasta que cantaban todos los gallos en la aurora del pueblo! Iba a traer ropa, pero ¿para qué? Aquí la conseguiré mejor. Mejor es tener un poco de dinero... ahorrando... sí; ropa se conseguirá aquí, pero... ¿abandonar los libros? ¡Nunca! ¡Los libros! Para muchos más inútiles que una corbata, para mí no: ellos visten el cerebro de ideas. Y el que tiene el cerebro bien vestido de ideas es más fuerte... puede andar modestamente vestido. Salustio González Rincones: «Las sombras) (drama alteico en cuatro actos basado en la vida del bachiller Rafael Rangel», Caracas, 1909

La niñez es la etapa en que todos los hombres son creadores. Juana de Ibarbourou

En la mayoría de las artes escénicas las partes involucradas son dos: el espectador y el actor. En el teatro de títeres son tres: el espectador, el muñeco y el titiritero. Michael Meschke

Esta era una vez un gnomo sumamente listo e ingenioso: todo él de alambre, paño y piel de guante. Su cuerpo recordaba una papa, su cabeza una trufa blanca y sus pies a dos cucharitas. Con un pedazo de alambre de sombrero se hizo un par de brazos y un par de piernas. Las manos enguantadas con gamuza color crema no dejaban de prestarle cierta elegancia británica, desmentida quizás por el sombrero que era de pimiento rojo. En cuanto a los ojos, particularidad misteriosa, miraban obstinadamente hacia la derecha, cosa que le prestaba un aire bizco sumamente extravagante. Teresa de la Parra: «El genio del pesacartas».

Simples muñecos de cartón, trapo y pintura y a los cuales como en la farsa, como en la vida, se le ven los hilos que los mueven. Leoncio Martínez, en el primer editorial de su revista Fantoches

Hay, pues, juguetes para los niños. Pero también hay juguetes para los padres de los niños. Porque hau un hecho cierto que hemos empezado a observar en nosotros mismos, en los días de nuestra infancia. Y es que los juguetes deslumbradores, a primera vista, por lo bellos, lujosos o complicados, nunca son, a fin de cuentas, los preferidos por los niños. El niño prefiere siempre, para sus juegos, los objetos que le ofrecen un margen de colaboración, de creación. Bien sabe la niña que su muñeca no responde cuando se le habla, pero le place charlar con ella durante horas enteras. Al frente de una mala caja de soldados de plomo, el chico se siente condottiero o mariscal. Para sentirse con el ánimo de asaltar una diligencia y secuestra a la hija del sheriff, basta con ceñirse un cinturón claveteado, y ponerse un pañuelo al cuello. Y para realizar vuelos estratosféricos no hay como una buena tapa de baúl, con un palo de escoba por timón... Alejo Carpentier, «Juguetes», en Variaciones.

Las personas mayores creen que, en un medio totalmente convencional como es el teatro, un actor de carne y hueso tiene más realidad que un títere; y, sin duda alguna, la tiene (como) señor particular, pero tiene mucha menos de personaje. Julio Camba

El gran logro de Esquilo consistió en trasladar la atención de los espectadores desde el coro hacia los actores en conflicto y, así, en inventar el diálogo. Borges consigna la significación histórica de este cambio que supuso el paso «del uno al dos, de la unidad a la pluralidad y así a lo infinito», con la sola pero fundamental operación de hacer entrar «el diálogo y las indefinidas posibilidades de la reacción de unos caracteres sobre otros». Ciertamente, el momento exacto en que se fragua la dramaturgia de la pluralidad y del diálogo puede ser considerado una gran jornada histórica. Héctor Díaz-Polanco: El jardín de las identidades.

El gesto toma su verdadera proyección gracias al espacio y al espejo; al menos, crea u espacio ficticio pero eficaz. Maurice Bejart

Los espejos deberían reflexiona un poco antes de devolver las imágenes. Jean Cocteau

El "encargo" da al artista una libertad importante. En la gran época de las artes plásticas sólo había encargos. No existe un solo pintor que hubiera hecho un cuadro para sí mismo. Y, sin embargo, han hecho las cosas más personales, más geniales, más bellas. Mira con atención el techo de la Capilla Sixtina, escuha las Misas de Bach... son encargos. Cuando el artista permanece en su habitación sin que se le pida nada, con frecuencia no tiene ganas de moverse. El pedido es una estimulación. Béjart

Un artista es como Orfeo, camina y su obra sigue como Eurídice. Si se da vuelta, ella desaparece, no hay más nada. Un creador nunca mira detrás de él, avanza, avanza hasta su muerte, le toca a los demás considerarlo y disecar su obra. Él nada busca, avanza sin retrovisor. Marta Graham

El público. No busco el éxito, pero amo su felicidad, amo los espectáculos que no son "obras de arte" sino fiestas, acontecimientos, explosiones... Béjart, Cartas a un joven bailarín

Aprendí la danza con grandes maestros. Aprendí la danza transpirando en un estudio. Aprendí la danza mirando a mis gatos. Aprendí la danza descubriendo el mundo. Aprendí la danza meditando en mi habitación. Aprendí la danza observando a mi abuela preparar sopa de pesto. Aprendí la danza viendo en escena a grandes bailarines. Aprendí la danza haciendo barra. Aprendí la danza nadando en el mar. Aprendí la danza en Dakar, dándoles clases a mis hermanos senegaleses. Aprendí la danza conduciendo, en la noche, en auto, sobre pequeñas rutas de montaña. Aprendí la danza en los bares de pueblo en España, donde, pasada la medianoche, todos bailan. Aprendí la danza viendo a Madeleine Renaud actuar Oh les baux jours. Aprendí la danza yendo mucho al cine, seguido, todavía... Aprendí la danza. Aprendí la danza haciendo zen con Taisen Deshimaru. Aprendí la danza sintiendo dolor en todos mis músculos. Aprendí la danza mirando las nubes. Aprendí la danza escuchando a mi padre hablar de filosofía y entonando canciones de época. Mistinguet, Josephine Baker, Damia, cuando partíamos juntos, con mochilas, sobre las rutas provenzales. Ahora soy liviano, ahora vuelo, ahora me veo sobre mí, ahora un dios baila conmigo. No podría creer en un dios que no supiera bailar. Nietzche

«Marioneta» es un término cargado de connotaciones. Recuerdo, inevitablemente, los teatros de títeres, esos mínimos escenarios frente a los cuales todavía me detengo. Aunque haya golpes, gritos, abrazos, descubrimientos imprevistos, amores o asesinatos, esas representaciones promueven una imagen de inmovilidad. Los personajes vociferan, pero son casi siempre los mismos, una comunidad fija —o detenida— en la que los intrusos, la gente nueva, constituye la excepción. Las posiciones no se alteran: el pobre enamorado seguirá siendo el enamorado pobre y el viejo licencioso es eternamente rico. Una jerarquía clara es inmutable. Cada uno ejemplifica un rasgo —la bondad mal retribuida, la avaricia o la astucia— y sabemos que allí no explotarán crisis psicológicas, no habrá abandono de ideas, revelaciones que implique movimiento. No asistimos a un proceso, sino a una secuencia de incidentes cuyas alternativas son limitadas. Lo único que traerá el futuro serán otros «enredos»—sólo allí habrá cambio. La historia se convierte en una crónica de episodios que se reiteran una y otra vez. El «drama eterno» son los celos, la lujuria, los fraudes, la envidia, los cuernos, las traiciones y los engaños. Eso es lo importante y eso es lo insuperable. Admito la presencia de una mitología cínica y resignada, pero confieso que de todas maneras las marionetas me atraen. Satisfacen un anhelo de simplicidad, el deseo de reducir la trama de la vida a elementos numerales y permanentes. Saltar fuera del tiempo, quedarse con la seguridad de que apresamos lo decisivo. Es también la fascinación de lo estático: un color, un dibujo, la luz sobre un objeto. O unos gestos que se repiten, unas palabras, una anécdota. Un personaje que entra en escena, bebe un vaso de agua, sale, vuelve a entrar, bebe nuevamente un vaso de agua. Marionetas y títeres evocan —en otra dimensión— la idea de un destino inescrutable que nos gobierna. Aquí las posibilidades de ramplonería son infinitas: es una imagen, en efecto, capaz de generar fatalismos pobretones, misterios trivialísimos, falacias elementales, dramatismos bobos y —lo que es peor aún— complacencia y pésima literatura. «Juguetes del destino»es un resultado directo de esas profundidades. Mal usada, es consolatoria, es fácilmente imbécil y se lleva bien con los tacaños, los mojigatos, los rentistas y los sepultureros elegantes. (…) Alejandro Rossi: Manual del distraído

El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá. Ítalo Calvino

Un libro para niños se puede considerar como logrado cuando interesa a los niños y estimula y compromete sus energías morales, toda su personalidad, al igual que lo hace un buen juguete. Gianni Rodari

Mi mayor deseo iba a verse realizado; las marionetas cobrarían vida, y yo sería director, de una compañía de comediantes de carne y hueso. Chocamos los vasos y los vaciamos por la realización del milagro. Él cogió todos los muñecos de la caja, me los ató a la espalda y me lanzó luego por una espiral. Todavía siento las volteretas que daba, hasta que llegué al suelo, y toda la compañía saltó fuera de la caja. El espíritu había bajado sobre todos los personajes; las marionetas se habían transformado en excelentes artistas, ellas mismas lo decían, y yo era su director. Todo estaba dispuesto para la primera representación: la compañía entera quería hablar conmigo, y el público, también. La bailarina dijo que si no se sostenía sobre una pierna, la casa se vendría al suelo, que ella era la primera figura y quería ser tratada como tal. La que representaba el papel de emperatriz se empeñó en ser tratada de majestad incluso fuera de la escena, pues de otro modo perdería la práctica. El que no tenía más misión que la de salir con una carta en la mano, se daba tanta importancia como el primer galán, pues, decía, todos intervienen por igual en el conjunto artístico, tanto los pequeños como los grandes. Después el héroe exigió que todo papel se compusiera de escenas finales, pues entonces era cuando lo aplaudían. (Fragmento de El titiritero, Hans Christian Andersen).

Pero ¿de dónde provienen todos esos seres animados, con ánima, alma, vida, esos seres pseudo-vivos? Pues de otros más vivos que son los titiriteros. Algunos afirman que el títere se derivó de los rituales primitivos donde se mezclaba la voz con la música, la danza, el teatro y las máscaras. (Muestra una máscara articulada). Y es de ella, de la máscara, que afirma Bill Baird que se derivan los títeres. En las culturas primitivas, la máscara fue un adminículo que poco a poco adquirió elementos móviles, como chusques y lienzos, en algunos casos articulaciones y otros artificios. Al pasar el tiempo, la máscara se fue separando del cuerpo del ejecutante, adquiriendo animación y presencia escénica propia, para transformarse más adelante en títere. (Guarda la máscara). Otros sin embargo afirman que el títere surgió en una época más remota, en la «época de las cavernas» cuando el hombre primitivo excavaba en las montañas haciendo cuevas para guarecerse de las inclemencias atmosféricas y, en las noches, para protegerse de las fieras que se lo querían comer, encendía fogatas. Es allí, a la luz del fuego, cuando el hombre primitivo descubrió en las paredes de la caverna algo muy importante: (Enciende una vela y juega con su sombra). Sí: ¡la sombra! Y cuando el hombre primitivo descubre la sombra, con ella se asombra y juega, encontrando una forma de representarse a sí mismo y a otros personajes. (Ciro Gómez, en Pedro Maestre: revista Hilos Mágicos, 40 años, Bogotá, 27 noviembre 2014: 161-162)

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Nuestros juguetes favoritos los fabricábamos nosotras mismas bajo los árboles, con hojas, piedras, agua, frutas verdes, tierra, botellas inútiles y viejas latas de conserva. Al igual de los artistas... hallábamos afinidades secretas y concordancias misteriosas entre cosas de apariencias diversas. Teresa de la Parra


“De los titereros decía mil males: decía que era gente vagamunda y que trataba con indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras que mostraban en sus retablos volvían la devoción en risa, y que les acontecía envasar en un costal todas o las más figuras del Testamento Viejo y Nuevo y sentarse sobre él a comer y beber en los bodegones y tabernas. En resolución, decía que se maravillaba de cómo quien podía no les ponía perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraba del reino”. El licenciado vidriera, Miguel de Cervantes


OPUS 8

— Júrenos que si despierta, no se la va a llevar —pedía de rodillas uno de los enanitos al príncipe, mientras este contemplaba el hermoso cuerpo en el sarcófago de cristal—. Mire que, desde que se durmió, no tenemos quien nos lave la ropa, nos la planche, nos limpie la casa y nos cocine.

Armando José Sequera, Escena de un espaguetti western.


MUCHACHITA DEL BOSQUE

— Escucha —dijo Lobo Grande a Lobo Pequeño—. Y pon mucha atención. Si por ese sendero pasa una niña con una cesta y una caperuza de este color —le mostró unas guindas—, ni le hables. ¡Es un ser muy peligroso! Esa muchachita tuvo mucho que ver con el triste final de tu tatarabuelo.
Armando Quintero, en Un lugar en el bosque, Sevilla, 2004.


EL SUEÑO DEL REY

— Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
— Nadie lo sabe.
— Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?
— No lo sé.
— Desaparecerías. Eres una figura de su sueño. Si despertara ese rey te apagarías como una vela.
Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas)


De niña, mi prima tuvo una gata que, cuando comenzó a dar a luz un sin número de gatitos, Estefanía pensó que se iba a morir porque se le estaban saliendo todas sus vidas. Fernando del Paso


EL LOBO QUE ALIMENTAS
Un aborigen anciano dijo a su nieto:
— Hijo, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos. Uno es malvado; lo domina la ira, la envidia, la maldad, la mentira, el ego. El otro es benévolo; es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía, la verdad.
El niño pensó un poco y preguntó:
— Abuelo, ¿qué lobo gana?
El anciano respondió:
— El que alimentas. (Tomado de Claudia Massotto Franco titeres)


LA MUERTE Y EL TITIRITERO

Pero apenas traspasa la puerta, [la Muerte] ve al titiritero en camisa que ha abierto su baúl y comienza a mostrar sus muñecos a la novia. Todos la saludan, le bailan, le mueven la cabeza y la hacen reír divinamente. Por último ha sacado del fondo del baúl el más estrafalario de sus personajes, el cual representa a la muerte.
— Pillo —rezonga en silencio el modelo.

— Lo quiero enormemente —dice el titiritero—. Me ha acompañado a todas partes.

— Pero es horrible —dice ella.
— Por eso no ha podido actuar hasta ahora.Ella insinúa:
— ¿No crees que entre los dos podríamos mejorarlo?

— ¡Tú no te metas en esto! —gruñe la Muerte y como un silbido se emete en el cuerpo de la muchacha, adoptando en seguida aquel delicado timbre de soprano:

— Me parece que tiene la nariz muy larga.

— ¡Ujú!

— Esa expresión tan agria; me parece que no es para tanto, ¿no? ¿Por qué de negro, además, siempre de negro?

— ¿Qué te parecería... de rojo?

— ¡De rojo, por supuesto, con una capa larga y botines de terciopelo! La guadaña que sea más larga y de plata.

— La cabellera...

— Bueno... tanto como una cabellera...
— Eso tendríamos que discutirlo. Si me das tiempo, te haría la muerte más hermosa que habrás visto.
— Pues si es sólo tiempo lo que necesitas, por mí...

El titiritero guarda su muerte en el cajón.

— Querida —dice—, esta noche ocupémonos de ser felices. Lo otro, como verás, requiere tiempo.

La muerte hace rato que andaba lejos.
(Salvador Garmendia, de La muerte y el tirititero)


EL TITIRITERO
Mi mayor deseo iba a verse realizado; las marionetas cobrarían vida, y yo sería director, de una compañía de comediantes de carne y hueso. Chocamos los vasos y los vaciamos por la realización del milagro. Él cogió todos los muñecos de la caja, me los ató a la espalda y me lanzó luego por una espiral. Todavía siento las volteretas que daba, hasta que llegué al suelo, y toda la compañía saltó fuera de la caja. El espíritu había bajado sobre todos los personajes; las marionetas se habían transformado en excelentes artistas, ellas mismas lo decían, y yo era su director. Todo estaba dispuesto para la primera representación: la compañía entera quería hablar conmigo, y el público, también. La bailarina dijo que si no se sostenía sobre una pierna, la casa se vendría al suelo, que ella era la primera figura y quería ser tratada como tal. La que representaba el papel de emperatriz se empeñó en ser tratada de majestad incluso fuera de la escena, pues de otro modo perdería la práctica. El que no tenía más misión que la de salir con una carta en la mano, se daba tanta importancia como el primer galán, pues, decía, todos intervienen por igual en el conjunto artístico, tanto los pequeños como los grandes. Después el héroe exigió que todo papel se compusiera de escenas finales, pues entonces era cuando lo aplaudían. (Fragmento de El titiritero, Hans Christian Andersen)


DEL RETABLO DE MAESE PEDRO
— Los sucesos lo dirán, Sancho —respondió don Quijote—, que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los
senos de la tierra. Y por ahora baste esto, y vámonos a ver el retablo del buen maese Pedro, que para mí tengo que debe de tener alguna novedad.
— ¿Cómo alguna? —respondió maese Pedro—: sesenta mil encierra en sí este mi retablo. Dígole a vuesa merced, mi señor don Quijote, que es una de las cosas más de ver que hoy tiene
el mundo, y "operibus, et non verbis", y manos a labor que se hace tarde y tenemos mucho que hacer y que decir y que mostrar.
Obedeciéronle don Quijote y Sancho, y vinieron donde ya estaba el retablo puesto y descubierto, lleno por todas partes de candelillas de cera encendidas que le hacían vistoso y resplandeciente. En llegando, se metió maese Pedro dentro de él, que era el que había de manejar las figuras del artificio, y fuera se puso un muchacho, criado del maese Pedro, para servir de intérprete y declarador de los misterios del tal retablo: tenía una varilla en la mano, con que señalaba las figuras que salían.
Puestos, pues, todos cuantos había en la venta, y algunos en pie, enfrente del retablo, y acomodados don Quijote, Sancho, el paje y el primo en los mejores lugares, el trujumán comenzó a decir lo que oirá y verá el que le oyere o viere el capítulo siguiente...
(Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha, Capítulo XXV, segunda parte: "Donde se cuentan mil zarandajas tan impertinentes como necesarias al verdadero entendimiento de esta grande historia").



ELEGIAS DEL DUINO
¿Quién no se sentó
 inquieto frente al telón de su corazón? El telón 
se levantó: el escenario era de despedida. Fácil
 de entender. El jardín conocido, y oscilaba un poco: 
entonces apareció primero el bailarín. No éste. Basta.
 Y aunque sea ligero al actuar, está disfrazado
 y se convierte en un burgués, que cruza por su cocina,
 entra a casa. No quiero estas máscaras a medio llenar,
 prefiero la marioneta. Está llena. Quiero soportar 
sobre mí su cáscara, el alambre, su rostro meramente 
exterior. Aquí. Ya estoy adelante. Incluso si apagan 
las luces, si me dicen: “Ya se acabó” (…)Me quedo,
 a pesar de todo. Siempre hay algo qué ver.

 (…)¿No tengo razón 
en esperar, cuando me siento con ganas de esperar,
 frente al teatro de títeres? ¿No la tengo, en mirarlo
 tan intensamente, de modo que, para contrapesar
 mi espectáculo, finalmente haya de venir un ángel,
 a manera de actor, que ponga en pie los muñecos?
 Ángel y marioneta: por fin hay espectáculo. (Rainer María Rilke: Elegías de Duino, IV fragmentos, 1922)


SOY UN CUENTACUENTOS
Mi madre era analfabeta, por eso respetaba extraordinariamente a las personas con educación. La vida estaba llena de dificultades, no se podían garantizar las tres comidas regulares del día, pero siempre que le pedía que me comprara algún libro o algo de papelería, me lo compraba. Mi madre era una persona trabajadora, odiaba a los jóvenes perezosos, pero siempre que dedicaba mucho tiempo a leer libros y me olvidaba de trabajar, mi madre me lo perdonaba.
Una vez vino un cuentacuentos a nuestro mercado. Yo me escapé de los trabajos que me había asignado mi madre y fui allí en secreto a escuchar los cuentos. Mi madre me criticó por ello. Por la noche, cuando mi madre se disponía a confeccionar las chaquetas de invierno bajo la débil luz de la lámpara de aceite, no pude controlarme y recité los cuentos que había aprendido durante el día. Al principio, ella no tenía ganas de escuchar ni una palabra porque le parecía que ser cuentacuentos no era una profesión normal y que los cuentacuentos eran personas charlatanas y unos farsantes; además, los cuentos que contaban no versaban sobre cosas buenas. No obstante, poco a poco le fueron atrayendo los cuentos que le recitaba. Más adelante, cada vez que se celebraba la feria, mi madre no me asignaba ninguna tarea; me había dado un permiso implícito para ir a escuchar los cuentos. Para recompensar su gratitud y también para presumir de mi buena memoria, le recitaba con todo detalle todos los cuentos que había escuchado durante el día.
Al poco tiempo, no me satisfacía recitarle los cuentos de los cuentacuentos tal cual, así que me inventaba detalles durante mi relato. Con el propósito de que le gustaran a mi madre, creaba unos nuevos párrafos e incluso modificaba el final del cuento. La audiencia no se limitó solo a mi madre, sino que mi hermana, mis tías y mi abuela también formaron parte. Hubo veces en que después de escuchar el cuento, mi madre expresaba sus preocupaciones. Parecía que se estaba dirigiendo a mí pero también podría ser que estuviera hablando consigo misma: “Hijo mío, ¿que vas a hacer en el futuro?, ¿quieres ganarte la vida contando cuentos?”
(...)
Después de abandonar el colegio, me exilié entre los adultos y empecé un largo período de leer con las orejas. Hace doscientos años, en mi provincia natal, vivía un cuentacuentos que era un genio: El señor Songling Pu. Muchos de mi pueblo, incluido yo mismo, somos sus herederos. En el campo de la comunidad, en la granja de la brigada de producción, en la cama de mis abuelos, en el tembloroso carro tirado por el buey, había escuchado muchos cuentos sobre fantasmas y duendes, muchas leyendas históricas, anécdotas interesantes que estaban estrechamente vinculadas con la naturaleza local y la historia familiar, y me habían producido una clara sensación de realidad.
Nunca pude imaginar que algún día en el futuro estas cosas me servirían como material para mis obras. En aquella época sólo era un chico a quien le fascinaban los cuentos y las palabras que se usaban para contarlos.
Mo Yan, tomado del discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura 2012 (traducido por Yifan Li en colaboración con Cora Tiedra García)


Como formas extrañas y grotescas,
realizando fantástico arabesco
corrían sombras detrás de las cortinas.
Vimos girar los fantasmales bailarines
al ritmo de violines y de cuernos
cual hojas negras llevadas por el viento.
Igual que marionetas tiradas
las siluetas de magros esqueletos
se deslizaban en la lenta cuadrilla.
Tomados de la mano bailaba majestuosa zarabanda;
y el eco de las risas era agudo y crispado.
A veces un títere de reloj apretaba
a la amante inexistente del pecho,
y otras parecía que quería cantar.
A veces una horrible marioneta
se asomaba al umbral fumando un cigarrillo
como cosa viviente.
Oscar Wilde, fragmento de Casa de la (...)


Muy amada era la marioneta,
poeta que recitaba contenta,
cincuenta versos en la noche,
derroche de hermosura literaria,
oratoria daba encima del coche,
recitaba la noche del derroche,
literaria oratoria del cincuenta,
hermosura de poemas en coche,
noche literaria del poeta marioneta.
Julio Cuadros


SUEÑOS
Ella duerme mientras sueña que una jirafa descansa a su lado, su respiración se escucha leve en lo alto. Del espejo de plata sale flotando una mariposa con alas muy grandes; sus colores iluminan la pequeña habitación. Las hojas se mecen, y, en su cielo, se agitan como luces los capullos. Un canto pasa lento por el aire y las flores se abren sobre el rostro. Entonces despierta, en los ojos del animal que duerme algo regresa. La noche está cargada de estrellas. Titiriteros del Tuqueque


SERPIENTE: ¿Qué ocurrió?, ayer no pasaste por el espejo. Me quedé esperándote. Titiriteros del Tuqueque


Alejandro Magno preguntó al pirata: "¿Cómo te atreves a molestar al mar?" Esté le contestó: "¿Cómo te atreves tú a molestar al mundo entero? A mí, que lo hago con un pequeño barco, me llaman ladrón; a ti, que lo haces con una gran armada, te llaman emperador. (De un cuento de San Agustín).

Uno se siente llevado contra el techo. Se tiende sobre las sábanas y empieza a levitar. Como halado por hilos, parecido a una marioneta. Adriano González León, en
Viejo.

Habla el buey

Sentíamos la noche como cualquier otra, el olor a bosta intenso en el establo. Nada raro salvo la agitación de una madre y su esposo. ¿Qué íbamos a saber nosotros de ningún acontecimiento? El trabajo, para los pobres, al salir el sol se reanudaba. Mi labor de arrastre tornaba cada mañana. Ni la fama de que estuve en un sitio importante me depararía un descanso. Lo único que tuve por regalo fue el llanto de un niño que nos hizo acercar a todos los que compartíamos aquel pequeño y pobre retablo. Mirábamos fijos a esa criatura, para que no se nos olvidase nunca ninguno de sus detalles. Así, fijos, quedamos para siempre en el lienzo de un pintor, del que se tomó probablemente esta historia.

Elaine Méndez y Gabriel González, de Títeres Tuqueque

Habla la mula

Ninguno dejó registro de mi historia. De los días vividos por mí en aquel largo camino hacia Belén y del otro viaje, las cosas que escuché y vi nadie las guardó. Cuando la mujer iba menos pesada, pero con hijo, y mis fuerzas, que eran jóvenes, se medían con la peligrosa noche de los caminos, guiados todos por el sino de una estrella. Solo de mi terquedad han hecho literatura y mofa. Mis rebuznos eran la música de los animales que pacíamos la tarde en soledad. Al niño lo vi crecer, antes de ser otro pastor más; jugaba entre los de su edad como cualquier otro. Corría. Juntaba piedras —que eran personajes— y contaba estrellas a la noche. Hablaba solo o con los demás niños del pueblo. No era diferente a otros de su edad, aunque los padres admiraban sus ocurrencias de niño. Los palos me tocaban a mí, y a él todo el cariño. Era gente de lo más normal, que trabajaban, comían y soñaban. Los vistieron diferentes cuando debieron contar sus historias quienes no los conocieron. Todo fue escrito, y yo leía pocas cosas en la tierra. Y fui perdiendo la vista a medida que más cosas oía esperando siempre que alguien repitiese mi nombre en esta fábula. Elaine Méndez y Gabriel González, de Titeres Tuqueque

Habla una oveja

Al comenzar la mañana nuestro pastor quiso llevarnos por alimentos. El rebaño entero se hallaba trasnochado con los hechos ocurridos: los aullidos lejanos —que nos hicieron acercarnos más a la gente—, los llantos del niño y los muchos que vinieron a ver. El aire estaba cargado de pastores y otros animales. Temblábamos, no sé si de frío o temor. Pero aquel alborozo con el nacimiento del niño lo seguimos en silencio. No habíamos contemplado sino natalicios de ovejas y carneros. Esto, esto quiere que se lo cuentes a tus nietos.

Elaine Méndez y Gabriel González, de Titeres Tuqueque



A nosotros nos importa todo. Hasta los mangos que caen; nos importas tú, los colibríes, el insignificante desvío del cauce de un río para hacer una insignificante carretera; la cuarenta días; el caballero de la noche o la flor de maravilla (plantas que dan una flor de una sola tarde); por supuesto: los niños que nos leen.
Bienvenidos a nuestro espacio.
Títeres Tuqueque

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